Imagínate conocer personas de otras culturas, es como estar delante de muchos mundos, todos diversos. 

Diferentes y parecidos en culturas diversas. Los humanos somos historias distintas con puntos en común. Eso es lo que he descubierto viajando por el mundo para compartir el amor de Jesús. Es sorprendente encontrar una apertura al Evangelio en quienes creíamos que lo recibirían mal y, al mismo tiempo, recibir una respuesta negativa de quienes esperábamos una buena reacción. Y reaccionar mal no significa simplemente decir palabras inapropiadas, agresivas, sino que hablo de ser tratados como enemigos, abofeteados, burlados, escupidos, humillados públicamente, cancelados, etc.

Este es el mundo al cual nos enfrentamos hoy. Un mundo que se autodenomina postcristiano, un mundo en donde se piensa que ser cristiano es retrógrado, hipócrita y estúpido, un mundo que busca redefinir sus valores pero a la vez ha entrado en la más profunda y prolongada crisis de todos los tiempos: la apatía.

Dresden-Alemania
Una de nuestras salidas evangelísticas en Dresden, Alemania

A decir verdad, no es algo nuevo, pero la descomposición se ha vuelto masivamente visible en los medios sociales. Personas que teniéndolo todo se suicidan; jóvenes de entre 11 y 25 años perdidos en las drogas, alcohol y el sexo; niños iniciados en el consumo de pornografía o el sexo (abuso) a los 6 años. Hasta las organizaciones seculares buscan de alguna manera tratar de frenar estos números. Esta es la cultura global juvenil que define Luke Greenwood en su libro “Global Youth Culture” y esa fue la cultura que en estos últimos años me esforcé por comprender y alcanzar con el mensaje.

Se visten de la misma manera, con las mismas marcas o estilos, escuchan a los mismos artistas, tienen problemas similares y buscan soluciones paliativas a corto plazo, sin éxito. Son apáticos al Evangelio y creen que nadie tiene que venir a decirles nada sobre cómo vivir una vida correcta, puesto que, para ellos, no hay verdades absolutas, para ellos Dios está muerto y la Iglesia es una institución opresora; es la ciencia la que responde todas sus preguntas.

Estamos rodeados de la cultura global juvenil, estamos rodeados de estos jóvenes, de los cuales seguramente tú formes parte.

Estuvimos en el corazón de Dresden y predicamos el Evangelio a cientos de jóvenes que pasaban por allí, hubo testimonios de personas que recibieron a Cristo

Ahora bien, ¿cómo podemos ingresar a su mundo? Ese es el desafío que hoy debemos plantearnos. Creo que, como cuerpo, podemos alcanzar esta “cultura” de manera relevante, con el mensaje más relevante de todos los tiempos: el Evangelio. 

Para eso debemos salir de nuestro pequeño mundo en el que solamente vamos a tocar una guitarra, pretender ser mejores personas y hacer crecer números en las redes sociales. Tenemos que salir de nosotros mismos para escuchar el corazón del Padre por estas generaciones, tenemos que dejar de ser “cristianos de domingos» solamente para ser cristianos de por vida.

Es tiempo de comenzar a rompernos por ellos, a quebrantarnos por ellos, porque si queremos ser como Jesús, entonces vamos a encontrar que Él hizo esto mismo en la cruz. Ese es el desafío que enfrentamos hoy como Iglesia en una cultura que cambia modismos y argumentos día a día. Por eso, debemos unirnos y ser uno como el Padre y el Hijo son uno. Puedo decirte (al pisar varias congregaciones alrededor del mundo occidental, como por ejemplo en Praga, Turín, California, Dresden, y en distintos lugares de Argentina) que he preguntado acerca de lo que les sucede como cuerpo y por qué no salen a las calles y siempre dan tres palabras como conclusión: distracción, confort y división.

Compartimos y dedicamos tiempo a escucharlos y generar conexión con aquellos que nos escuchaban.

La gran comisión no puede ser la gran omisión, como hijos, debemos estar interesados en los negocios del Padre, y para ello tenemos que dejar que Él nos quebrante y nos lleve a su corazón, en intimidad. Sin lo primero, nunca vamos a poder ser relevantes en este mundo.

Sufriremos rechazos, y todas las cosas que he mencionado en esta nota, pero, puedes ver ejemplos como el de Nair García con sus canciones o misioneros como Samuel Nielsen, que son silenciados, amenazados y despojados de su libertad en esta tierra, pero nunca les quitarán la libertad eterna, gracias a Papá.

A veces no se lograba generar conexión, algunas personas reaccionaban muy mal, otras eran muy cordiales. Fotos cortesía de @travelhisroads

Hay mucho más para contar acerca de esto, puedes encontrar más información sobre la cultura global juvenil en @Steigerlatinoamerica.

En conclusión, debemos salir de nuestra zona de confort sin vender los principios que el Cielo se encargó de dejar para que nosotros sigamos a la persona más relevante de toda nuestra historia humana: Jesús.

Y si somos golpeados, entonces vamos por buen camino, porque el buen arte siempre confronta y créeme cuando te digo que el mejor artista de todos los tiempos eternos es nuestro Papá.