La tierra siempre estuvo afectada por diversas culturas que, de alguna manera, procuraron imponer sus reglas y formas.

Sin embargo, nosotros, quienes habitamos en Cristo Jesús, no somos de aquellos que se acomodan fácilmente a las figuras y moldes que este sistema propone. Podríamos decir que somos una generación inalterable e impermeable frente a la abundante hostilidad del mundo circundante. 

Somos Hijos de Dios, intachables y puros, que viven en medio de una generación torcida y depravada, en la cual brillamos como estrellas en el firmamento (Filipenses 2:15). Somos esos hijos que nunca serán quebrantados por este sistema, por la sencilla razón de que vivimos todos nuestros días quebrantados y rendidos al corazón de nuestro Padre Dios, convirtiéndonos así en jóvenes altamente vulnerables a Su voz.

Vivir como Hijos de Dios es vivir amando lo que Dios ama. ¿Y qué ama Dios? Él ama la verdad en lo íntimo.

Pastor Julián Ríos

“He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo. Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”, Salmo 51:6 RV60.

Las apariencias siempre fueron patrones del sistema del mundo. Llevar adelante una “vida maquillada” no es una innovación. Hoy esas apariencias se ven reflejadas en las redes sociales, con la utilización exacerbada de fotos, videos, filtros, historias (la vida reducida a 15 segundos), etc. Sin embargo, nuestra labor está en seguir amando lo que Dios ama.

Amar lo que Dios ama nos llevará a enfocarnos en lo que somos y no en lo que hacemos. Es decir, ponemos nuestro enfoque en aquello para lo cual fuimos predestinados desde la eternidad, que es ser conformados a la imagen del Hijo de Dios (Romanos 8:29), y no en aquellas cosas que son efímeras y pasajeras.

Vivir en integridad es vivir saturados de la verdad, y la verdad jamás será un concepto, sino que es una persona: Jesucristo. 

Pastor Julián Ríos

Ser verdaderos no es solo hablar verdades, aunque lo incluye, sino que por sobre todas las cosas tiene que ver con el fluir intrínseco de la verdad, es decir, el fluir de Jesucristo mismo desde nuestro interior hacia quienes nos rodean, (Juan 7:38).

Somos verdaderos no por lo que decimos, sino por quienes somos. Al leer el salmo que escribe David, observamos que él se da cuenta de que, aunque vivía en pecado, nunca dejó de funcionar como rey. ¿Qué quiero decir? Que en la ausencia de verdad nuestras funciones no cambiarán, pero lo que sí cambiará es nuestra esencia y efectividad como adorador.

Ustedes podrán recordar la declaración de Jesús frente a la Samaritana al decir: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”, (Juan 4:23).

El íntegro es aquel que aprendió a guardar verdad en lo íntimo, convirtiéndose así en un verdadero adorador. El verdadero adorador no es el que levanta las manos los domingos y ofrece algo a Dios. El verdadero adorador es aquel que continuamente está ofreciéndole a Dios lo que él desea recibir; es decir, damos según el deseo de Dios y no según nuestros deseos.

La integridad te saca del lugar en donde tú eliges lo que quieres ofrecer a Dios, y te coloca en la posición de verdadera adoración, en donde cotidianamente estás ofreciendo lo que él pide.

Pastor Julián Ríos

Entonces ¿Por qué ser íntegros en una cultura tan compleja? Porque en todas nuestras acciones Dios debe ser visto. Debemos definirnos si lo que vamos a hacer es para que nosotros seamos vistos, o para que Él sea visto.

Dime tus deseos y te diré para quién vives. El Íntegro es aquel que está dispuesto a desgastarse por amor a las personas, dejando en sus huellas la visibilidad de Dios.

“Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos”, 2 Corintios 12:15 RV60.

Sin verdad en lo íntimo es imposible vivir gastando y desgastándonos por el bien del otro. Y como si esto fuera poco, amando más, aunque el precio sea ser amado menos.

Vuelve al real amor. Vuelve a amar lo que Dios ama.

Esposo de Vicky, papá de Samy y Giuly. Es profeta, pastor y miembro del presbiterio de CEAP (Centro de Entrenamiento de Alta Productividad). Actualmente reside en Barcelona, España. Colabora con la Iglesia en Los Balcanes, mediante el proyecto LAPET (Levantando Altares Para Establecer El Trono) de la red UNGE Internacional.