Tal vez ésta sea una de las parábolas más conocidas y predicada, pero a veces de las más incomprendidas a la hora de interpretarla. 

Como ya se ha visto en artículos anteriores referidos a las parábolas, debemos identificar la idea central de la ilustración contada y después seguir con los detalles. Recordemos brevemente la situación: Jesús en su última semana de vida se encuentra en Jerusalén y expone (según el Evangelio de Mateo) su última intervención en público a través del sermón que abarca los capítulos 24 y 25 de Mateo.

“El tema central del discurso de Jesús que se relata en ese capítulo tiene que ver con los tiempos finales”. 

Pastor Nicolás Marcón

En el relato se entremezclan, como sucedía con los mensajes proféticos del Antiguo Testamento, aspectos de un futuro cercano relacionado con la caída de Jerusalén en el año 70 a cargo de los romanos, con acontecimientos futuros que incluso hoy no se han cumplido. En ese marco Jesús utiliza varias parábolas para prepararnos para el futuro, entre ellas la parábola de las diez vírgenes.

Repasemos la historia: diez vírgenes invitadas a una boda esperan la llegada inesperada del novio. Cinco de ellas, reconocidas como sensatas, llevan aceite suficiente en sus vasijas para abastecer sus lámparas en caso de que la espera se alargue. El resto de ellas, llamadas insensatas, no tuvieron en cuenta ese detalle. 

Cuando se anuncia la inminente llegada, las que no estuvieron equipadas con el combustible suficiente pidieron ayuda a las demás, que se negaron a compartir el aceite por miedo a que no les alcanzara a todas y les sugirieron que salieran a comprarlo. Para cuando ellas volvieron de abastecerse ya era tarde; el novio había regresado, había comenzado la fiesta y ellas quedaron fuera tras cerrarse la puerta.

La aplicación tradicional de la parábola es que los cristianos que no tengan al Espíritu Santo, o suficiente de él, quedarán fuera de las bodas cuando el Señor regrese por su Iglesia. Eso ocurre porque generalmente las veces que se menciona en la Biblia el aceite inmediatamente se lo piensa como símbolo del Espíritu Santo, pero no siempre es así, ni con el aceite ni con cualquier otro símbolo bíblico.

“La simbología bíblica debe interpretarse según el contexto histórico y literario de cada texto”. 

Pastor Nicolás Marcón

Por lo tanto, la moraleja, la razón de la enseñanza en esta historia la encontramos en el versículo 12 donde Jesús declara: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”. Ese es el mensaje: estar preparados para cuando el Señor regrese.

¿Qué podemos aprender entonces de la parábola de las diez vírgenes?

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En primer lugar, que el aceite en este pasaje no es símbolo del Espíritu Santo. Después de todo, el aceite faltante no era el de las lámparas, sino que era consecuencia de que las “insensatas” no habían llevado sus vasijas, mucho menos la reserva necesaria para mantener sus lámparas encendidas. No es que haya creyentes que tengan suficiente del Espíritu mientras que a otros les falta. Como si al Espíritu se lo recibiera por medidas. Si una persona es cristiana tiene al Espíritu Santo (Ef.1:3, 1 Co.12:3) y eso lo hace un “paciente”, es decir, alguien que espera el retorno de su Señor.

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En segundo lugar, la diferencia entre ser prudente o ser insensato no se da entre cristianos, sino que es una diferencia que separa a los creyentes de los incrédulos. Porque, después de todo, las vírgenes insensatas llegaron tarde debido a que la negligencia y la falta de preparación las hizo quedar fuera. Sin embargo, viviendo en la presencia del Espíritu Santo, tenemos la seguridad de que ningún cristiano quedará fuera de las bodas cuando el novio regrese.

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En tercer lugar, el Señor no reprochó que se cansaran y se durmieran, sino la falta de preparación anticipada para el momento. Las situaciones de la vida son las mismas para toda la humanidad: problemas, enfermedades, desempleo, cansancio, desánimo y la lista sigue, no son excusas para no pensar o reflexionar con tiempo qué será de nuestras vidas en la eternidad, dejarlo para después podría ser demasiado tarde.

Por último, ciertas cosas no se pueden obtener a último momento; un acontecimiento tan importante, una boda para las jóvenes de la historia o la eternidad para los seres humanos no puede postergarse o posponerse para el final. De ahí el sentido de urgencia que transmite esta parábola para tomar conciencia y aprovechar la vida que tenemos en prepararnos para ese gran día frente a Dios.

Que Dios nos encuentre preparados y listos para aquel gran día.