Si luego de haber estudiado una carrera profesional, no sabes cómo articularla con el Reino de Dios, aquí te dejo un principio espiritual.

A lo largo de los años, he podido comprobar que una de las mayores fuerzas que motivan a las personas es un propósito claro. Saber qué tenemos que hacer y hacia dónde nos dirigimos nos permite atravesar circunstancia adversas y difíciles. Los teóricos de las ciencias psicológicas tienen cosas interesantes para decir con respecto a este tema.  Por ejemplo, Albert Ellis afirmaba: “Las personas viven mejor cuando tienen metas”

Esta explicación deja en claro por qué los hijos de Dios pueden soportar diferentes adversidades y circunstancias. Aunque haya pruebas delante de ellos, son capaces de poder avanzar sin detenerse para ir en pos de aquello que, están seguros, tienen que hacer. 

Tal es este principio que en el libro de Hebreos 12:2 dice que Jesús, por el gozo puesto delante de Él, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.  Es decir que al ver lo que le esperaba, al saber dónde se dirigía, al mirar lo que vendría, pudo soportar la cruz con el menosprecio y vergüenza que ella acarreaba.

En nuestra vida no es diferente, saber qué debemos hacer con ella, y hacia dónde nos dirige en Cristo, es fundamental no solo para ser funcionales a su propósito en nosotros, sino para soportar todo lo que se pueda presentar. Cada uno de nosotros ha sido creado en Cristo con propósitos específicos en su obra redentora, pero lo más precioso es que Dios nos ha hecho colaboradores de su plan de salvación. 

El libro de Colosenses, capítulo 1 habla de cómo Dios está reconciliando consigo mismo y por medio de Cristo a toda la creación, las cosas visibles y las invisibles. Esto significa que no solo el hombre ha sido redimido en la cruz sino todas las cosas creadas, incluso principados y potestades, como dice el pasaje. 

Es decir que nuestra vida, que es una extensión de Cristo en la Tierra (somos su cuerpo), manifiesta a la creación la sabiduría de Dios y, por esta manifestación de su sabiduría, el mundo sería testigo de que los planes del Señor y su sabiduría son superiores a las que el mundo puede tener. Como dice el libro de Efesios 3:10: “El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales”.

Nosotros como Iglesia tenemos una tarea, dar a conocer la sabiduría de Dios en el mundo perecedero, para que sean testigos de su poder. ¿Pero cómo hacemos esto? ¿Cómo anunciamos la sabiduría de Dios a principados y potestades en las regiones celestes?  Pues expresando y manifestando lo que Él puso en nosotros como semilla de producción, antes del fundamento del mundo. 

En Pablo estaba la semilla de la construcción, era un perito arquitecto, como decía él de él mismo, por lo tanto podías ver en su vida social que era un constructor de tiendas y así se ganaba el dinero que le permitía subsistir. Alguno podría decir que era una casualidad.

pero para los hijos de Dios nada es casual y todo es causal.

Por cuanto él era un constructor en los cielos, en la Tierra también lo sería. Para que se cumpla: Que sea en la Tierra como es en el cielo. 

Durante mucho tiempo las congregaciones asumían que las únicas tareas o profesiones para sus integrantes eran aquellas que se pudieran acoplar perfectamente a la predicación verbal del Evangelio de salvación. Profesiones como las artes, las ciencias psicológicas, las tareas humanísticas como les decimos hoy, eran algo así como una especie de desviación del Evangelio. 

Tú eres un depósito de la sabiduría de Dios

Muchos hijos de Dios, motivados por el Espíritu a desarrollarse en ámbitos profesionales en los cuales pudieran evidenciar la sabiduría de Dios, fueron condenados por el mal juicio de líderes religiosos que asumían que ciertas profesiones eran contrarias a las Escrituras. Lo que pocas veces, como Iglesia, pudimos enfocar es que el Evangelio demuestra poder, y ese poder no es solo en un púlpito o canto, se trata de evidenciar a un mundo que cree que puede vivir sin Dios, que la sabiduría que proviene de Él es plena en todas las cosas. 

Un arquitecto lleno del Espíritu Santo manifestará al mundo diseños de construcción que están en el corazón de Dios, un médico lleno del Espíritu Santo mirará el alma y el espíritu de su paciente. Un artista lleno del Espíritu Santo expresará verdades y realidades espirituales que no pueden pensarse ni imaginarse naturalmente. Un escritor de cuentos será inspirado por parábolas tremendas del cielo que pueden ser ministradas en la Tierra. 

Todos y cada uno según la semilla que Dios ha puesto en ellos, porque cosas que no han subido al corazón de ningún hombre son las que Él tiene preparadas para los que le aman.

Es decir que lo que puso en mí, en ningún otro lo puso, por lo tanto soy único en esta tarea. Soy único en lo que tengo que manifestar. Soy un miembro del cuerpo, pero no hay otros miembros como yo ni como tú. Si te pierdes, el cuerpo pierde de completarse. 

No sé cuál es la tarea que el Señor ha puesto en tus manos, pero una vez finalizados los estudios de tu carrera profesional según lo que el mundo te enseñó, métete con el Señor y busca los diseños que Dios tiene preparados para esa carrera. Cosas que nadie más ha visto ni oído. 

Quizá seas portador de un libro que nadie más puede escribir, o una canción que nadie más puede cantar como tú. O un diseño para enseñar como hasta ahora no hay o quizá seas el futuro presidente de una nación y hay diseños de gobierno que debes expresar. Eres un depósito de la sabiduría de Dios, exprésate al mundo según el Espíritu Santo te dé a expresar y manifiesta las ideas del Señor, porque son superiores a lo que este mundo conoce.