Siempre me encuentro con esta clase de preguntas ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Eso está bien, le agrada a Dios? 

Aclaro un punto crucial, yo soy pastor y consejero, por lo tanto doy opiniones y no permisos, ya que no tengo potestad sobre la vida de los demás. Solo puedo recomendarte lo que le digo a todos con los que hablo. 

Con respecto a lo que está bien o está mal, me gustaría que te detengas a pensar y evaluar lo siguiente:

¿Cuáles son tus objetivos o aspiraciones con este cambio de look? ¿Cuál es la razón de modificar ciertos aspectos de tu piel de manera semi o completamente permanente? ¿De qué manera piensas que va a elevar tu calidad de vida o edificarte como cristiano? ¿En qué suma a tu carrera hacia la gran meta? ¿En qué ayudas a los demás con tus transformaciones? A lo cual muchos responden:

“Me hago como ellos para alcanzarlos”

El pasaje mal entendido de Pablo de hacerse como los extranjeros para ganarlos nada tenía que ver con la apariencia o la vestimenta, sino más bien con las barreras sociales que se imponían para separar las distintas nacionalidades incluyendo el idioma, las costumbres o las jergas. Era tal la separación que ni siquiera se juntaban con ellos. Por lo tanto, un extranjero o una persona “del mundo” no tenía cabida en los entornos sociales. 

Pero permíteme decirte que si quieres impactar a los tatuados, el tatuaje o las perforaciones no te abren puertas de la misma manera en la que lo hace la empatía, la cercanía y el amor. Un chico de una tribu urbana o una chica tatuada no necesita de un cristiano disfrazado para ganarlo. No le cabe la onda de un imitador, no lo necesita y hasta puede ser un efecto adverso. 

La gente necesita ver interior y no cáscara. Una esencia real de felicidad, amor, confianza y no una cascara canchera, descontracturada y común. Por eso si quieres impactar a “los del mundo” te recomiendo empezar por nutrir tu Espíritu para que los demás vean luz en lugar de arte corporal. ¡Cuesta más pero es más efectivo! 

“Lo hago por mí, es un mimo que nadie va a ver”

Piensa en el nivel de dolor para hacerlo, el costo, el hecho que vas a estar mucho tiempo viéndolo a diario y tienes que estar completamente convencido de que el significado fue una buena elección. Además los tatuajes no son eternos. Dependiendo de la calidad, vas a tener que retocarlo cada cinco o diez años y si no te gustó lo tienes que tapar o remover con láser, lo cual significa quemar tu piel y exponerte a los rayos cancerígenos. Tampoco es solo uno, nunca es uno solo; siempre vas a querer más. 

Y si es visible la imagen que damos a los demás que no están en la onda, va a ser chocante. Ni hablar de la capacidad de conseguir trabajo, aunque si bien está mucho más normalizado, ser seleccionado entre diez personas cuando eres el único tatuado es prácticamente imposible. Para esto puedes ver estudios de recursos humanos si no me crees. El prejuicio generalizado es horrible pero existe y tenemos que ser astutos. 

“Mi cuerpo, mi decisión”

No somos nuestros, no vivimos para nosotros mismos. Y si mi tatuaje, la forma de hablar, lo que como o escucho le hacen mal al otro, no lo debería hacer. Ese debería ser mi límite o regla. La diferencia es que puedo escuchar música o comer ciertos alimentos en mi casa sin ofender a nadie, pero no puedo ocultarle al público mi piel o los accesorios que posea.

Por último, si no construye, entonces que no destruya. A veces es preferible decir que no a esas pequeñas cosas para ganar las grandes. Espero que haya sido de ayuda y que la decisión la tomes tú. Pídele ayuda a Dios para tomar esta determinación. ¡Nos vemos!

Casado con Lorena desde el 2006. Padre de Micael y Keila. Presidente de Juventud Evangélica Bautista Argentina (JEBA). Estudios teológicos del Seminario Internacional Teológico Bautista (SITB). Pastor de adolescentes y jóvenes desde el 2002. Es Técnico en electrónica y en gestión de empresas.