Si pudiera definir a los emprendedores con una palabra, esta sería luchadores. Los emprendedores siempre se están reinventando, creando, innovando, arriesgando, invirtiendo, diversificando, estudiando, aprendiendo, etc. 

Por eso, una de las cosas que más me gusta hacer en la vida es conversar con emprendedores. Siempre tienen anécdotas que contar, experiencias que no te dan los libros, muchas frustraciones que los hicieron mejores. Porque lo bueno de hablar con un emprendedor exitoso es ver en el tipo de persona en la que tuvo que convertirse para llegar a serlo.

Mis padres me enseñaron a emprender desde que era niño; no me regalaban nada, todo tenía que ganármelo. Por eso recuerdo salir con la manguera y lavar el auto de papá y de algunos vecinos para ganar unos centavos.

Mi primera empleada la contraté a los ocho años, había contratado a mi abuela para que me haga las pastafrolas de membrillo, que salía con ella a vender en el barrio. Y así fui creciendo, reinventándome. Luego, con diez años, ya compraba stickers al por mayor para venderlos en mi colegio primario.

Mi vida se ha resumido en eso hasta el día de hoy, teniendo emprendimientos de producción industrial, inversiones inmobiliarias, fondos de inversión internacionales, entre otros.

Guille Ledesma, emprendedor

Esta corta experiencia en el mundo del emprendedurismo me enseñó algunas cosas de las que deberíamos tener cuidado, y algunas de éstas son: 

Al estancamiento

Me gusta ver en Dt. 9:23 cuando el pueblo de Israel no sube a tomar la tierra que Dios les había entregado, por quedarse en Cades-Barnea (representando a un lugar de comodidad), por eso debemos entender que la comodidad es socia de la mediocridad y juntas son enemigas del propósito exitoso de Dios.

Algunos confunden esto con una ambición negativa, pero mientras en tu corazón, lo más importante sean Dios y su Reino, entonces todo lo demás será añadido, y el bien y la misericordia te seguirán.

La falta de visión

Otra cosa importante de lo que debemos cuidarnos es de tener una visión cortoplacista, un proyecto con planificación sólo a corto plazo. En Gn. 13:15 Dios le dice a Abraham que hasta donde fuera capaz de ver, Dios se lo iba a dar. Porque, muchas veces, el problema no es el emprendimiento, ni Dios, sino nuestra corta visión. No logramos expandirnos, mejorar, ni perfeccionarnos, porque por diferentes razones perdemos la visión del futuro y dejamos de visualizar el propósito por lo que Dios nos hizo empezar a soñar.

Las frustraciones del pasado

Estas también pueden jugarnos una mala pasada. Debemos entender que la experiencia nos debe hacer más precavidos, no más miedosos. Los fracasos pueden abortar el sueño de emprender, o pueden potenciarnos a crecer con las herramientas aprendidas de los errores pasados, pisar sobre ellas y llegar más lejos que antes.

Cuando conversamos con empresarios exitosos, nos damos cuenta de que tuvieron que pasar por muchas tormentas fuertes en el camino, y que la única diferencia fue que volvieron a intentarlo y a tomar riesgos con la misma osadía que la primera vez, pero con más sabiduría y experiencia.

Una de las secuelas que intenta dejar la frustración es el miedo, y entiendo que ser precavidos y prudentes es importante a la hora de emprender, y que la profundad nunca se prueba con ambos pies, es decir, que uno siempre debe quedar tocando fondo en lo seguro. 

El miedo paralizante nunca nos dejará avanzar, no nos dejará equivocarnos, pero tampoco nos dejará tener éxito.

Guille Ledesma, emprendedor

Porque el miedo visita al que tiene miedo de arrancar, así como al que está en la cima y no quiere perder lo construido. Si no aprendemos a lidiar con el temor, entonces solo decoraremos la celda en la que aprenderemos a vivir esclavos del miedo, siendo estériles del propósito.

Vemos a Dios pidiéndole a Josué dos cosas esenciales para entrar a la tierra prometida: esfuerzo y valentía. Si la valentía no fuera fundamental para la conquista, ésta no aparecería tantas veces en Josué 1:6-9.

Así que te animo a que dejes la comodidad, que te atrevas a ver más allá, que pises tus fracasos usándolos de escalones para ir más alto. Sé valiente y vuelve a intentar, que lo mejor está por delante.