La ansiedad y la depresión son una realidad que golpea a nivel global y representa la mayor problemática de salud mental.

A esto se le ha sumado los efectos mentales adversos producto de la pandemia del COVID-19 y los encierros por las cuarentenas, generando un impacto en la salud mental de las personas e incrementando los casos o síntomas asociados al trastorno de ansiedad y depresión debido a la falta de actividad y/o distracciones. En este contexto los cristianos no se encuentran exentos de experimentar lo mismo.

Según Polischuk, la ansiedad es una sensación de ser amenazados o sujetos a circunstancias impredecibles que elevan las defensas y promueven la urgencia de escapar. 

A su vez, Olson dice que la tendencia de la ansiedad es sobreestimar lo negativo de una situación, quitando lo positivo, quedándose la persona intranquila. 

Clinton y Hawkins agregan que es natural que la persona esté ansiosa o preocupada cuando las cosas son difíciles o impredecibles, o cuando no hay una solución aparente para un problema, y que la preocupación puede ser positiva cuando mueve a la persona a actuar, sin embargo, rara vez está involucrada a un acto constructivo.

En la angustia existencial, término asociado a la ansiedad, la persona experimenta en el presente sensaciones incompletas del pasado, culpabilidad por errores y pecados, y percibe el futuro como catastrófico.

Lloyd-Jones sostiene que vivir sobre el pasado causa fracaso en el presente y que es equivocado justamente permitir que el pasado actúe como un freno al presente. En esta clase de ansiedad y angustia, la persona se encuentra comprimida en el presente, por el empuje del pasado negativo y el futuro incierto.

Afortunadamente, es posible un cambio bíblico. El Nuevo Diccionario de Teología nos provee esta afirmación de esperanza

Esperar significa anticipar con expectación la actividad futura de Dios. El fundamento de la esperanza es la actividad pasada de Dios en Jesucristo. El cristiano vive en esperanza más bien que en la plenitud del reino, camina por fe más bien que por vista (2 Cor 5:7). 

La esperanza del cristiano no es utópica. Espera progreso, pero no en la perfección que vendrá solo por el acto de Dios mismo en la segunda venida de Cristo. Puede enfrentar el fracaso humano sin desesperarse, porque confía en el “Dios de esperanza” (Rom 15:13) cuyo reino con toda seguridad está por venir.

Para enfrentar la ansiedad es importante asesorarnos de lo siguiente:

  1. La teología de la persona desempeña un factor importante en la propia cosmovisión del ser: un correcto conocimiento del Señor y de Su poder son una constante seguridad y confianza.
  1. Su propio ser: las creencias básicas derivan de la socialización por parte de los progenitores, educadores o personas y sistemas influyentes en el desarrollo del ser. En Cristo, la persona ha nacido de nuevo y es resocializada. El cristiano que lucha con ansiedad debe recordar que ha sido reformado y va a llegar a ser transformado a la imagen de Jesucristo; que tiene al Dios creador como su Padre, quien cuida con eterno amor, y que brinda dignidad y estatus nuevos; que puede estar absolutamente cierto de su destino y se puede librar del espíritu de esclavitud y temor redefiniendo ese futuro que lo oprime en los términos de su identidad en Cristo.

Si según postulados seculares, el hombre no está totalmente condicionado y determinado, sino que es capaz de fijar si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas, cuánto más el cristiano, quien puede vivir la influencia cada vez más poderosa y efectiva de Dios en él. El creyente tiene la mente de Cristo (1 Cor 2:16) y al renovar su mente (Ro 12:2) es capaz de ajustarse y vivir la voluntad de Dios en la vida diaria, incluyendo la libertad de sus temores y ansiedades.

El cristiano debe ser consciente de que Dios, en su infinita y amorosa sabiduría, puede permitir que los aguijones en la carne (mentales y emocionales) que experimenta sean usados por Él como medios de santificación y avance espiritual, para Su gloria y para el bien de su persona.

Tal vez sería más sencillo para nuestras emociones que Dios cambiara instantáneamente nuestras circunstancias en base a su infinito poder, pero nos perderíamos el enorme gozo de ser nosotros mismos transformados por Él.

Nando-Bloise

Seguidor de Cristo, casado con Celina y papá de Josefina y Lorenzo. Nando estudió Relaciones Públicas, es apasionado de las nuevas tecnologías e internet y sirve a tiempo completo en el área de Operaciones en Cru. Junto con su esposa Celina, han sido por cinco años líderes pastorales del ministerio de jóvenes y adolescentes de la iglesia Cristo es el Cambio. Es apasionado por la lectura de libros y escritos sobre temas que hablen de Cristo y su Evangelio y le encanta acompañar a otros en su caminar con Dios, ayudándolos y desafiándolos a vivir el evangelio todos los días.

Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Divinidad en la Facultad de Teología Integral de Buenos Aires.

La Facultad Teológica Integral de Buenos Aires es una institución inter-denominacional que nace de la Red de Sembradores y tiene el propósito de formar ministros y líderes laicos con la mayor exigencia académica, teológica y bíblica. Actualmente, es la única institución académica en Argentina que provee una Maestría en Divinidad.