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La alegría de Jesús

Jesús fue un hombre alegre. Es posible encontrar esta verdad en varias escenas de los evangelios que veremos a continuación. Pero, antes, es importante afirmar que la alegría no solo es buena para nuestra salud física y emocional, sino también espiritual. 

En Gálatas 5:22 encontramos a la “alegría” en el segundo lugar de la lista que compone el fruto del Espíritu. En otras palabras, la alegría fluye de manera natural en quien habita el Espíritu de Dios. Jesús estuvo lleno del Espíritu, y así también estamos llamados a estar nosotros.

Hay dos cuestiones sobre la alegría que es importante tomar en cuenta: muchos seguidores de Jesús están atados con amargura, y no le dan lugar a la alegría en sus corazones. Y por otro lado, algunos otros se alegran por cuestiones que no alegran para nada el corazón de Dios. Por eso, veamos tres aspectos de la vida de Jesús que muestran cómo la alegría era parte de su vida y qué podemos aprender de ello: 

Alegría como medio de comunicación 

Para hablar sobre la alegría en Jesús deberíamos arrancar mencionando que su manera de hablar contenía humor irónico. Es más, utilizaba este humor para enseñar, y de esta manera conectar con sus oyentes. En su denuncia a los fariseos, llegó a decirles: 

¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello”, Mateo‬ 23:24‬ (NVI)‬ ‬‬‬‬‬‬

La Biblia, NVI.

¿Es posible que alguien cuele un mosquito pero se trague un camello? El solo hecho de imaginarlo es chistoso. El momento en que Jesús dijo esto debió desatar la risa de mucha gente presente. Otro ejemplo similar es Mateo 18:8 y 9 (NTV): “Por lo tanto, si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y tíralo…” La imagen de arrancarse un pedazo del cuerpo para no pecar es fuerte, pero se entiende mejor en un contexto de humor. Siempre el humor irónico de Jesús escondía una verdad detrás.

No es casualidad tampoco que Él les pusiera apodos a sus tres discípulos más cercanos. Hablo de Simón, a quien llamó “Pedro” que significa “roca” (Juan 1:42). ¿Es casualidad que le dijera “roca” al más cabeza dura de todos? Si alguno tiene dudas, basta ver a los hermanos Juan y Santiago, a quienes apodó “Bonaerges”, que significa “los hijos del trueno”, justamente por siempre querer mandarse alguna (por ejemplo, querer hacer caer fuego del cielo sobre una ciudad samaritana). 

La revelación que está detrás de todo esto es que así que Jesús logró conectar con otros, lo haremos nosotros si somos personas alegres. La alegría volvió a Jesús un excelente comunicador. Siguiéndolo a Él todos tenemos algo para dar, pero si la amargura es parte de nuestro corazón, estamos delante de un problema que nos impedirá conectar con los demás. 

Que nuestras conversaciones con los demás estén siempre llenas de alegría, aun cuando tenemos que dar algo que tiene seriedad. Cuando le damos lugar a la alegría en nuestras formas también alegramos a los demás, y esto les hace bien.

David Decena, pastor del Centro Familiar Cristiano (Misiones)

Alegría por colaborar con Dios 

En aquel momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad”, Lucas‬ 10:21‬ (NVI)‬. ‬

Jesús había enviado a 72 de sus seguidores para que prepararan el camino en varios pueblos y aldeas antes que Él llegara a ellos. Cuando este grupo regresó de su viaje misionero, y empezaron a relatarle a Jesús todo lo que Dios había hecho a través de ellos, y Él se puso “lleno de alegría por el Espíritu Santo”. 

¿Cómo es la alegría que da el Espíritu Santo? Primero, es obvio que se refiere a una alegría de inspiración divina. En otras palabras, es decir “yo me alegro como Dios se está alegrando por esto”. En segundo lugar, el motivo de la alegría divina de Jesús era que gente de una fe sencilla, sin mucha formación e instrucción humana, era un instrumento de la voluntad de Dios. 

Que seamos instrumentos en sus manos y colaboradores suyos, para el desarrollo de sus planes alegra el corazón de Dios. Jesús estaba alegre por ver cómo fluía poder a través ellos para destruir a las tinieblas. Porque todos podemos ser canales de su poder para la transformación de este mundo. 

Pero, hay otro aspecto. En todos estos años me di cuenta que muchos cristianos se ponen mal cuando Dios levanta a otro. Esta amargura nace por la envidia, ¡pero deberíamos alegrarnos de que existan más obreros! No solo debemos orar para que Dios envíe más, debemos alegrarnos por no estar solos en esta tarea titánica de destruir las obras del enemigo. 

Lo contrario a esto es cuando nos llenamos de excusas y quejas cuando se trata de servir a Dios y colaborar con Él para la extensión de su obra. Eso en sí mismo nos quita la alegría y da lugar a la amargura. En la Iglesia de Jesús no puede existir nada que nos impida ser un instrumento con alegría y alegrarnos por lo que Dios hace con los demás. 

Alegría por obedecer la voluntad de Dios 

Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos”, Juan‬ 15:9-13‬ (NVI)‬.

Hay dos términos importantes en estas palabras de Jesús: amor y obediencia. Ambas nos van a ayudar a entender otro aspecto de la alegría de Jesús. El amor que Jesús dio a los suyos era del mismo tipo que Él había experimentado del Padre. Un amor dispuesto a dar la vida por los demás, totalmente entregado y desinteresado.

“La única manera de permanecer en ese amor es mediante la obediencia a la voluntad de Dios”.

David Decena, pastor del Centro Familiar Cristiano (Misiones)

Así como suena. La única manera de amar como Dios ama es por medio de la obediencia, y solo de este modo podemos tener la alegría de Jesús y, por lo tanto, tener completa nuestra alegría.

Pero, ¿en qué consiste la alegría de Jesús? Su alegría, básicamente, era obedecer la voluntad del Padre. Él encontraba paz, plenitud y alegría en eso. Y el fruto de esa obediencia era un amor que desataba transformación en la vida de los demás. 

Por otro lado, una persona con la alegría de Jesús es la que lleva a otros a obedecer la voluntad de Dios. ¿De qué manera? Enseñando, por supuesto, cuál es la voluntad del Padre. De esta manera podemos llevar a ver a otros ser llenos de alegría a causa del amor que produce la obediencia.

Si solo en la obediencia tenemos completa nuestra alegría, esto significa que todo lo que nos alegre fuera de la voluntad del Padre, lo más probable es que tarde temprano nos traiga dolor de cabeza y tristeza. Porque esa alegría no trae plenitud. Pero la alegría de la obediencia, que también aparece en Lucas 15:4 al 7, nos completa. Esta alegría que sucede en el cielo es la alegría por los que se arrepienten, dejando de hacer su propia voluntad, para hacer la voluntad del Padre. 

¿Nos alegramos por los que tienen un cambio de estilo de vida? ¿Somos, como Jesús, de ir a buscar a los perdidos para que rinda su vida a la voluntad del Padre? ¡Este es nuestro mayor desafío como hijos de Dios!

David Decena
David Decena
Pastor junto a su esposa, Abigail, del Centro Familiar Cristiano de Eldorado (Mnes. Argentina). Realiza una maestría en orígenes del cristianismo en España. Es Director y co-fundador de EDES (Escuela de Entrenamiento Sobrenatural). Junto a Abigail, pastorea los ministerios creativos de su casa, trabajando en la expansión territorial de la iglesia en otras ciudades.

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