El gran anhelo de muchos de nosotros es ver a nuestros amigos entregados a Cristo y poder disfrutar con ellos del Evangelio.

Pero en muchas ocasiones se nos presentan dificultades que no nos permiten ver la obra terminada o, tan siquiera iniciada. Es por eso que en esta ocasión vamos a frenarnos en tres puntos básicos los cuales, a mi entender, son muy significativos a la hora de ser luz y ayudar a que otros lo sean

No existe la pérdida de tiempo

Juan 3:16 nos manifiesta que Jesús murió por todos, con lo cual a Papá le son importantes todas las personas. Esta verdad nos lleva a no desistir cuando creemos que estamos “perdiendo el tiempo”. Incluso de manera inconsciente, no solo estamos llevando la verdad a otros, sino que también estamos afirmándonos en nuestra fe, en amor a Cristo y en crecimiento espiritual. 

Hasta puede ocurrir que ese amigo que tanto amás se resista, pero si ese corazón está predestinado a aceptar a Jesús ¡hey! estás siendo parte de la semilla del Evangelio. Habrás llevado luz a esa tierra oscura, quizás llegaste a ayudar a limpiar ese terreno, aunque no pudiste ver el fruto.

Descansá, sos parte de un cuerpo y puede que Papá te vuelva a usar en un futuro o que otro hijo o hija continúe con la obra. 

Ser inteligentes 

El ser humano es un ser soberbio, no le es agradable doblegarse y, menos, reconocer sus debilidades, ya que si así lo hace debe accionar por sobre el dolor y cambiar sus formas de vivir. Nosotros los cristianos no estamos exentos y solemos comportarnos de esta manera, aun conociendo la verdad de la Palabra.

Entonces, ¿cómo actuó el Espíritu Santo sobre esto en tu vida? Es importante movernos con sabiduría y astucia al hablar de Jesús. Desde el trono, Cristo nos derrama una multiforme gracia que llena, sana y transforma. Cada uno tiene sus necesidades y cada testimonio manifiesta una manera diferente en la que el amor de Dios actúa sobre quienes lo aceptan por medio de Cristo. 

La paciencia, la cual se alimenta del amor, es la que nos lleva a escuchar, a esperar ese momento en donde la persona decide comenzar el camino de confiarnos sus problemas. ¿Qué va a hacer que esto ocurra? El que sigas ahí, a pesar de las circunstancias. La constancia nos abre puertas. Derrumbar el abandono y callar a la soledad con nuestra presencia en la vida del otro nos posiciona cada vez más cerca del corazón.

Así actúa el Espíritu Santo con cada uno de nosotros, llevándonos a, cada vez más, confiar en Él y a entregarnos a lo nuevo que Dios tiene para con nosotros. 

No lo tomes personal 

La fe es un movimiento del alma personal e intransferible. Nosotros estamos llamados a dar el mensaje, pero no nos corresponde creer por el otro. Podemos activar la fe en los demás, pero creer es una decisión y la fe es acción.

En Marcos 2 se habla de la fe de los amigos, pero algo de esta historia me llamó la atención en estos últimos días… La fe, sin obras, está muerta y el Espíritu Santo se manifiesta con poder en donde se lo acepta. ¿Cómo fue que estos amigos pudieron ver el milagro? Ellos acercaron (acción) a su amigo hacia Jesús y el paralítico, al hablar con Él, creyó. Ambas partes tuvieron fe, pero una desató sanidad al actuar. 

Nuestra responsabilidad es crear ese puente que muestra a Jesús y eso lo hacemos con nuestro accionar diario que hace visible a Cristo en nosotros. Cuando lo hacemos, la persona, al tener confianza en nosotros, decidirá si quiere o no cruzarlo y experimentar a Jesús en su corazón. 

No lo tomes personal, nuestro deber es presentar a Jesús y mantenerlo a Cristo latente en nuestra vida para que siempre pueda estar al alcance de los demás la posibilidad de entregar sus vidas a Cristo. Ese es nuestro llamado, de lo demás se encargará el Espíritu Santo. 

“Jesús, te presento a mis amigos…” mi consejo es que ésa sea tu oración. Antes de hablarles a tus amigos de Jesús, contale a Jesús de tus amigos.