mail

Suscribite a nuestro boletín

Familias que discipulan a sus generaciones

Necesitamos reconocer que hoy somos lo que hemos multiplicado.

Generalmente creemos que proveer bienes materiales y comodidades a nuestros hijos es “lo mejor” que podemos hacer por ellos. También creemos que exigirles conductas y comportamientos que no ven en nosotros es «educación”. La realidad es que enseña más lo que ven en nosotros que lo que les decimos.

Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos, por otros y por el mundo en el que vivimos es enfocarnos en nuestra propia y verdadera madurez que es la que produce la vida de Cristo en nosotros.

Enfocarnos en nuestra propia y verdadera madurez es el comienzo del proceso de discipulado. Así podremos estar expresando una vida que nuestros hijos quieran imitar.

Discipulado: refiere a personas comprometidas a seguir a un líder imitando su vida y multiplicando sus enseñanzas. Es más que solo transmitir información a los seguidores. Es imitar la vida del maestro. Implica un compromiso doble: tanto del discipulador como del o los discipulados.

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios.
Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: “Sean fructíferos y multiplíquense”.

Génesis 1. 27 – 28 NVI

Vemos claramente en el “multiplícate” del Génesis que el discipulado es una idea de Dios y es previo a cualquier civilización humana. Dios es multigeneracional. Uno de los principales objetivos del discipulado de nuestras generaciones es que aprendan a valorar lo espiritual y eterno por sobre lo temporal.

Discipulado es pasar más allá de tener un discurso y costumbres evangélicas para expresar una vida  que nuestros hijos quieran vivir.

Verdadero discipulado es que la expresión de Cristo sea tan fuerte en nosotros que nuestros hijos quieran vivirlo por lo que ven en nosotros más que por lo que les decimos.

Toda la creación ahora gime, le dice Pablo a los Romanos. Gime por ver la manifestación de hijos maduros que ahora caminan sin reserva con el padre a través de Cristo en ellos.

Discipulamos con la asistencia del Espíritu Santo, quien nos guía a descubrir cada día lo que ya se nos ha concedido por obra de la cruz.

Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido.
1 Corintios 2. 12 RVR

Sin discipulado se distorsiona el Evangelio. El discipulado consiste en conocer y entender lo que ya nos ha sido dado en Cristo.

Una de las principales razones del discipulado de los hijos consiste en que la preservación de la vida del Hijo de Dios siempre está en las casas. El hilo conductor de Dios en la Biblia es el propósito eterno en Cristo, quien es la simiente de Dios.

Necesitamos hacer entrar a nuestros hijos al discipulado para producir en ellos madurez y que así sean participantes del propósito eterno que, como lo vemos en la hoja uno de la Biblia, es darse a conocer. Nos creó a Su imagen para ser visto a través de nosotros. Dios terminó la creación y descansó de toda su obra. Las últimas palabras de Jesús fueron “consumado es”. Él también terminó y reposó. Ahora hay reposo. Está todo hecho.

El verdadero Evangelio consiste participar con Dios en el propósito eterno que ya fue consumado. Nuestros hijos necesitan aprender a vivir en este reposo.

Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.
Génesis 3. 15 NVI

Hay una guerra de simientes porque es más fácil destruir la simiente. Antes de la cruz la batalla fue para que la simiente no nazca. Luego de la cruz la batalla es para que la simiente no se desarrolle como lo vemos en los primeros días de nacido de Jesús.

«La batalla no es contra nosotros o las instituciones sino contra la simiente del Hijo de Dios».

David Firman

Cada generación que trabaja intencionalmente en discipular tendrá un incremento de la simiente que es Cristo en ellos. Por eso discipulamos a nuestros hijos y generaciones, para la formación de la vida de Cristo en ellos.

Debemos entender que darles de comer bien en casa integralmente los prepara para que cuando coman mal se den cuenta. No se negocia cuando sabemos qué comemos y para quién vivimos. Y ese es nuestro trabajo con ellos como discipuladores: que esté claro que comemos el Pan de Vida que es Cristo y que vivimos Su vida.

Estamos para formar a nuestros hijos y para que se gradúen para enfrentar las batallas y estar firmes en su carácter para no negociar.

«Toda casa es el instrumento para preservar la simiente de Dios. No perdamos el gobierno de Dios y la obediencia a Su voluntad en las casas».


No somos perfectos como familia pero estamos siendo perfeccionados cada día. Una casa perfeccionada vive para Su voluntad. El objetivo es formar a Cristo en ellos, y eso no es negociable.

El modelo más claro es Jesús en quien sus padres formaron a Cristo. Aunque a los 12 Jesús ya sabía y hablaba del Padre y sus negocios, permaneció en obediencia en su casa para formación y madurez hasta los 30 años.

La sujeción no se basa en la razón sino en la obediencia espiritual para ser formado. Por eso debemos ocuparnos en enseñarles intencionalmente sobre la vida que vivimos y la autoridad delegada en los padres para cuidado, nutrición y preservación de vida.

La autoridad es innegociable. No somos autónomos. La operación de la vida de Cristo en nosotros nos hace vivir de manera dependiente a Su voz, como lo hacía Jesús.


Nada hago por mi cuenta.
Sólo hago lo que veo que hace mi Padre

Juan 5. 19 NVI

Siempre estamos discipulando a nuestras generaciones, dejando una huella, un ejemplo, una vida. Pero debemos ser intencionales acerca de en qué vamos a basar nuestro discipulado.

Cuando como creyentes nos vemos envueltos y más obsesivos luchadores contra el sistema actual y sus leyes en las diferentes áreas de la sociedad que en ser fieles administradores de su vida, estamos en un verdadero peligro. Todo lo que nace de esta motivación corre el riesgo de que el evangelio pierda su esencia, y si pierde su esencia ya no es evangelio.

Dios nos llamó a hacer discípulos, ni a cristianizar naciones. Como Cuerpo de Cristo maduro estamos para modelar vida. Comiendo el árbol de vida que es Cristo modelamos en vez de ser modelados, de esta manera logramos que el sistema no nos modele.

Tenemos como familias la gran responsabilidad de dejar una imagen más clara de Cristo a las próximas generaciones.

 Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.
2 Timoteo 2. 7 RVR

Considerar, pensar y reflexionar es nuestra tarea en familia, así Dios hará Su parte que será darnos entendimiento. Si crecemos en familia en entender el ABC de la vida en Cristo, estaremos ganando tiempo como iglesia para avanzar como generación en la manifestación de Cristo de manera más exacta en todo lugar.

Esos son los mandatos, los decretos y las ordenanzas
que el Señor tu Dios me encargó que te enseñara. Obedécelos cuando llegues a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer.

Tú, tus hijos y tus nietos teman al Señor su Dios durante toda la vida. Si obedeces todos los decretos y los mandatos del Señor, disfrutarás de una larga vida. Escucha con atención, pueblo de Israel, y asegúrate de obedecer. Entonces todo te saldrá bien, y tendrás muchos hijos en la tierra donde fluyen la leche y la miel, tal como el Señor, Dios de tus antepasados, te lo prometió.

 ¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez

Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa
y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando
te levantes. 
Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente
como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad.

Deuteronomio 6. 1 – 9 NTV

Incansablemente debemos aprovechar todo tiempo como un viaje, o en el jardín de casa, o después de una comida en la sobremesa, en todo momento hablando de la cruz, orando juntos, leyendo juntos un libro que nos edifique en voz alta. Incansablemente insistir hasta lograr que espontáneamente sea algo natural en casa.

Hagamos sólo lo que el Padre nos dice que hagamos. Vivamos bajo Su gobierno como fue Su intención originalmente, pues lo que Dios gobierna está en estado de salvación, en estado de reposo. Vivir la vida de Cristo y ser conformados a Su imagen cada día es una vida de reposo.

David Firman
David Firman
Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Profesor de Enseñanza Media y Superior en Psicología, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Terapeuta Familiar. Bachiller en Teología, egresado en el año 2001 del IETL de Rosario. Pastor en CTHTN Rosario y zona. Escritor y Conferencista.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]