Los consejos que necesitas escuchar antes de entregar tu corazón a otra persona.

Hace unos días, leí una nota que se titulaba “El amor es una droga”. Me incomodó un poco el hecho de que den por sentado que el amor termine siendo como una sustancia que nos destruye o nos mata, de la cual dependemos, nos quita la libertad y acaba con nuestra vida.

Cuando conocí a Cristo una de las bendiciones que tuve es que entendí que Él me hizo libre y que pagó un alto precio, por lo que decidí que nada ni nadie iba a robarme esa libertad. Porque ahora decido de quién seré esclava. Y, como decía Pablo, solo soy esclava de Cristo por mi decisión (Romanos 1:1).

Aunque en muchas oportunidades tuve que luchar por no ser esclava de mí misma, de mi corazón o de que me hayan engañado incontables veces. Por eso es que hoy quiero compartirte algunos de los errores que cometemos en el momento de enfrentar una relación de amistad con propósito o un noviazgo.

¡Cómo me hubiera gustado que alguien me diera estos consejos cuando estaba en esa etapa, en la búsqueda del amor de mi vida! El amor que Dios tenía preparado para mí. Porque me hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza y mucho tiempo invertido en quienes no merecían mi corazón. No porque necesariamente fueran malas personas, si no que no eran lo que Dios tenía preparado para mí.

Estoy completamente convencida de que es nuestro Padre quien nos conoce más que nosotras mismas y sabe qué es lo mejor para cada una de nosotras. 

Lo primero que tenés que tener en cuenta y te tenés que preguntar es ¿qué es lo que quiero para mi vida? No quiero dar por sentado que estés buscando hacer la voluntad de Dios un 100 %, porque cada una tiene su propia medida de Dios.

En una oportunidad, dando una charla de noviazgo, un joven levantó la mano y me preguntó «¿por qué tengo que ponerme de novio con una chica que ame a Dios?». Sin vacilar, mi respuesta fue: «podés hacer lo que quieras, es tu decisión. Lo que no podés decidir es la consecuencia de esas decisiones que tomes».

Por eso, el primer error del que quiero hablar es:

1) NO PREGUNTARLE A DIOS PRIMERO

Lo peor que podés hacer es comenzar una relación de noviazgo sin preguntarle primero a nuestro amoroso Padre.

A veces, pretendemos que Dios bendiga las decisiones que tomamos, unilateralmente procuramos que sea como una lámpara mágica que cumpla nuestros deseos. Ese no es mi Padre celestial, ni el tuyo. Ser guiadas por Él es el mayor privilegio que podemos tener. 

Es un tiempo para afinar el oído a lo que Él te tenga que decir. Ahora asegurate de estar escuchándolo. ¿Cómo voy a obedecer si no le escucho? Sabés que una de las consecuencias del enamoramiento es el atontamiento. El corazón se acelera, la sangre que debería ir al cerebro es utilizada por el corazón y nos cuesta pensar objetivamente. 

Lo que era obvio antes, ahora no lo es tanto. Por eso, es el momento donde más tenés que escuchar a Dios y menos a tu corazón acelerado. Nadie mejor que Él para que te aconseje el camino en el que tenés que andar. 

2) METERTE EN UNA RELACIÓN SOLO PORQUE TE GUSTA

Amiga mía, en la vida nos van a gustar muchos varones, según la edad que tengas cambiamos de gustos como historias en Instagram. Llevo casi veinte años ministrando jóvenes, vi muchas historias de amor verdadero y muchas fallidas. Escuché a muchas chicas diciendo que quien era el amor de su vida, cuando lo conoció realmente, ya no lo era más, parecía un desconocido.

Por otra parte, no podemos iniciar una relación porque solo “me gusta”, ya que el amor es mucho más que una persona. Que te guste sí, pero no solo lo físico, porque eso, mi amiga, cambia con los años. Te tiene que gustar lo que hablas con él, como es su relación con Dios, con su familia, con sus amigos, cuando está en la iglesia y cuando no.

Aunque las hormonas se disparen, las pupilas se dilaten, te sonrojes y sientas calor al verlo, tomá aire y, sobre todo,  tomá el control de tus emociones. Vos sos libre de elegir.

3) COMPRAR ESPEJITOS DE COLORES

Hay personas especiales en mostrar quienes no son. Hoy, más que nunca, en las redes sociales se muestra una imagen que no es completamente cierta. Y cuando están en posición de conquista las personas no muestran sus falencias y debilidades. Vos misma no vas a subir a Instagram o cualquier red social una foto en la que se te vea la celulitis o algo que no quieras mostrar. 

Puede parecer frívolo lo que te digo, pero es la verdad. Hay quienes son especialistas en vender lo que no son. Y vos podés caer en esa trampa: palabras dulces, mensajes tiernos, caritas con corazón, emojis de fueguitos y palabras que querés leer o escuchar. Sé inteligente y no idealices, porque nadie es perfecto. Solo Cristo. 

Siempre digo esto, para conocer bien a una persona tenés que observar cuando no sepa que la estás mirando. Y cuando lo elijas, hacelo con sus fortalezas y debilidades, porque el príncipe azul no existe, eso es un gran invento de Disney. No estás en un K-Drama en donde te chocas con el protagonista, él te sostiene cuando te estás por caer y resulta que es el hombre perfecto. 

4) BUSCAR LA FELICIDAD

Las relaciones amorosas no hacen a las personas felices. Tenemos la idea de que una se pone de novia o se casa para ser feliz. Hay un dibujo que usamos en las charlas de noviazgo que ejemplifica muy bien esto. En el dibujo hay dos jóvenes, un chico y una chica. Él le agarra la mano y le dice: “yo voy a hacerte feliz”, y la chica le contesta: “yo vengo feliz de mi casa, muchas gracias”.

La plena felicidad viene de estar completas en Cristo. Incansablemente buscamos quien nos ame, cuando nuestro corazón tiene la forma de Dios y no hay nada ni nadie que lo pueda llenar plenamente más que Él. 

Si te dejás amar y llenar por completo por Jesús, no vas a necesitar depender del amor de nadie más. De esta manera, feliz, te encontrás con otra persona que también es feliz en Cristo, que vayan para el mismo lado, hacia el propósito que el Padre tiene y ese amor y felicidad se multiplican.

Si sientes que tu corazón no está feliz y completo, entregáselo a Dios una vez, porque Él es especialista en llenarlo todo.

Para la próxima, te comparto la segunda parte de los errores que no hay que cometer al enamorarse.

Forma parte del equipo pastoral de la Iglesia Catedral de la Fe, en Buenos Aires, Argentina. Cuenta con una experiencia de más de veinte años en el liderazgo juvenil, junto a su esposo Diego Di Rosa, han recorrido gran parte del país ministrando en campamentos y congresos de jóvenes. Coautora de "A fuego lento", libro de noviazgo cristiano. Mamá de Elian y Santino.