Puede ser una de las preguntas que los padres más esperan, pero ¿realmente sabemos cómo responder? La sexualidad es un tema que nos incomoda a la mayoría y especialmente cuando lo pensamos como un tema a tratar con los niños. 

Muchos padres tratan de abordar el tema de una forma muy indirecta, utilizando sobrenombres para las partes privadas y simplificando el proceso a un punto que no tiene sentido. Otras personas evitan el tema por completo, creyendo que, si nunca se toca el tema de la sexualidad y procreación, nunca habrá preguntas. Hace unas semanas, un joven de 14 años me contó que sus padres nunca le hablaron sobre el sexo, por lo que se vio obligado a averiguar por sí mismo. 

Como psicólogo, mi consejo para los padres sería que se tomen el tiempo para considerar cada etapa de desarrollo del niño para abordar el tema de la sexualidad y elaborar los aspectos más específicos conforme vayan creciendo y entendiendo. Como cristiano, mi consejo es que simplemente digan siempre la verdad. 

¿A quién estamos protegiendo?

Cuando sentimos el impulso de proteger a nuestros niños del tema de la sexualidad, debemos entender que Dios no se equivocó en la forma que nos creó. Sería imposible leer la Biblia con nuestros hijos y no toparse con la pregunta, ¿cuál es la forma que Dios eligió para que los humanos se multipliquen?

Muchas veces esquivamos o distorsionamos la ciencia de la reproducción creyendo que nuestros hijos pueden incomodarse. Tenemos el afán superficial de proteger a nuestros niños, cuando realmente buscamos protegernos a nosotros mismos de sentir la incomodidad y vergüenza que el tema de la sexualidad nos provoca. 

Cada cosa por su nombre

Una forma sencilla de abordar la conversación es ser proactivo mucho antes de que la pregunta surja. Puedes comenzar diciendo las partes del cuerpo humano por su nombre desde un principio. ¿Por qué muchos padres ponen sobrenombres a los órganos reproductivos para los niños? Esta práctica distorsiona la realidad de la sexualidad desde un principio y limita una comprensión sana. 

No debemos temer reconocer que los seres humanos se reproducen por medio del sexo, que éste un acto íntimo entre un hombre y una mujer y que por tal razón tenemos órganos reproductivos. 

Nuestros niños deben entender desde muy pequeños que el sexo no es algo de qué avergonzarse o que se pueda ignorar, porque es un regalo dado por Dios. Si entramos con un tinte de vergüenza en el tema de la sexualidad cuando nuestros hijos son pequeños, probablemente llevarán esa misma vergüenza cuando entren en su propio desarrollo sexual. 

Conversaciones perpetuas

No se trata de tener una sola conversación con nuestros hijos contestando esta pregunta famosa, sino fomentar una confianza que permite que la conversación quede abierta. No esperes a que tus hijos crezcan para tener una sola plática sobre el sexo. Ellos necesitan entender con claridad desde pequeños que, si bien el sexo debe ser algo exclusivo para parejas de esposos, es un concepto que pueden comprender con libertad. El hecho de que conozcan la verdad sobre la procreación los posicionará para desarrollar una creencia sana sobre su sexualidad en el futuro.

Las conversaciones más importantes muchas veces no suceden de manera planificada sino dentro de la dinámica normal que la confianza nos ofrece.

Los temas importantes, como es la sexualidad, requieren más espacio de lo que una conversación en una etapa de desarrollo pueda contener. Cuando los niños tienen entre 2 y 4 años, pueden aprender los nombres de las partes privadas y entre los 5 y 6 años ya pueden comprender que los bebés vienen de una relación sexual de dos personas y crecen en la panza de la mujer.

Si se construye con la verdad, claridad y confianza desde estas edades, será mucho más fácil entablar conversaciones más difíciles y necesarias en otras etapas de desarrollo, como la adolescencia y aún cuando sean adultos. 

Lo que tus hijos no aprenden en tu hogar bajo tu liderazgo sobre la sexualidad, lo buscarán con amigos, en redes sociales o en cualquier otro lugar. Reflejar el carácter de Cristo es actuar con gracia y con la verdad: gracia para con nuestros hijos, no permitiendo que tengan que descubrir estas cosas sin el acompañamiento y dirección de sus papás, y siempre hablando con la verdad. 

Cuando sientes el impulso a disfrazar, evitar, posponer o trivializar el tema de la sexualidad y la reproducción, recuérdate que no se trata de tu comodidad sino de ser un mayordomo fiel de la verdad con los hijos que Dios te ha encomendado.

Es el director ejecutivo de la Alianza Cristiana para los Huérfanos y padre de cuatro hijos. Es psicólogo y se ha especializado en el apego, estilos de crianza, trauma y liderazgo parental. David ha dedicado su vida a la niñez y adolescencia en estado de vulnerabilidad, trabajando para que cada uno de ellos pueda contar con una familia permanente y amorosa.