El mundo espiritual es real, más incluso que el que vemos con nuestros ojos.

Como dice C. S Lewis, «No tienes un alma, eres un alma, tienes un cuerpo«. Dos partes de nuestro ser son invisibles: alma y espíritu. Este principio es fundamental para entender de qué estamos hechos, de algo invisible y muy valioso, eterno, que está contenido por un cuerpo terrenal que finalmente se desgasta y perece.

Lo que no se ve es muy importante. No solo nuestra alma y nuestro espíritu, que por supuesto debemos cuidar tanto como cuidamos nuestro cuerpo, sino también del mundo espiritual que nos rodea y los seres que hay en él.

Vemos el ministerio de Jesús, su vida en la tierra se caracterizó por amar a las personas, por dignificarlas y conectarlas con el propósito eterno de sus vidas. Pero Jesús no amaba a las personas de una forma pasiva, en algunas ocasiones era violento para que realmente conozcan su amor. Violento con las tinieblas que interferían. Por eso liberarlas y echar fuera demonios era algo recurrente en su ministerio.

Jesús sabía que las personas, para alcanzar la plenitud y caminar con él, debían ser libres de la influencia de las tinieblas. Sin su intervención, Satanás tenía pleno derecho por el pecado y la maldad innata humana a controlar e influenciar sus vidas. Hoy en día la liberación sigue siendo igual de importante.

Jesús nos asignó para continuar su ministerio y llevar adelante la victoria en la cruz que justamente fue ante el pecado y los poderes de las tinieblas. En nosotros y en otros.

Hace unos años, en 2019, siendo cristiano desde que nací, empecé a tener episodios de mucho temor, angustia profunda y desesperanza; pesadillas repetidas y hasta temor a la oscuridad, algo que nunca en mi vida había experimentado. Incluso, en ocasiones puntuales, llegué a tener pensamientos de muerte. Esto me alarmó mucho.

Me di cuenta de que, si bien esto podría tener un origen emocional o por situaciones puntuales, daba evidencia de una actividad espiritual en mi contra. Necesitaba que alguien me ayudara a ser libre de estos espíritus (también podemos decirles demonios) que intentaban destruirme. 

Me reuní con personas que sabía que tenían autoridad y experiencia para ser libre. Luego de orar juntos y ser guiados por el Espíritu Santo, esos demonios que me atormentaban se fueron.

La libertad solo sucede si hay humildad, si podemos reconocer que necesitamos ayuda y buscamos la santidad para agradar a Dios en todo.

Muchas personas piensan que, por ser cristianos, no pueden tener influencia y operación de las tinieblas y demonios en sus vidas, pero no es así. Es cierto que por la fe en Jesucristo accedemos a la vida eterna en el espíritu, pero desde que lo aceptamos como nuestro Señor, nuestra alma y nuestra mente empiezan un proceso de purificación, de libertad y santidad.

Nunca debería ser un motivo de vergüenza por más que llevemos muchos años siendo cristianos. Así como celebramos un milagro de sanidad también debemos alegrarnos de un milagro de liberación. Porque así como un milagro de sanidad permite volver a disfrutar ciertas actividades físicas, un acto de liberación trae mayor plenitud espiritual y emocional y nos permite crecer en el carácter de Cristo. El fruto de la liberación es acceso a mayor santidad.

“La liberación es un proceso, es la obra delicada y paciente del Espíritu Santo en nuestro interior”. 

Esto sucede porque nuestro ser es muy complejo y profundo, y la obra del Espíritu Santo es guiarnos a toda verdad y la verdad nos hace libres. Esto significa que en la medida en que más somos alumbrados por la verdad, más libertad alcanzamos en distintas áreas de nuestras vidas.

Satanás tiene legalidad a través de las mentiras, por eso siempre que sea confrontado con la verdad debe huir y soltar lo que no le pertenece. Sea nuestra mente, emociones o cualquier área de nuestra vida.

No basta con odiar las tinieblas, con detestar la manera sucia en que Satanás opera en las mentes y corazones, lo más importante es amar tanto a las personas y la obra de Jesús para ellas, que anhelemos verlas libres y plenas.

Hace algunas semanas partió de esta tierra TB Joshua, un ministro de Dios que modeló un estilo de vida de amor a las personas a través de la liberación. Gracias por a Dios por su legado y por desafiarnos a un estilo de vida como Jesús.

Me gusta dibujar, leer, escribir. Creo para contar historias, a veces con palabras, otras con dibujos. considero una persona sencilla y sensible. Busco transmitir eso en mis ilustraciones. Creo en el poder de lo simple. Soy ilustrador, estudié en la Universidad nacional de Artes en Argentina. Desde 2016 trabajo en un proyecto llamado From Heaven donde compartimos ilustraciones que expresen el corazón de Dios.