Cuando se habla de belleza no caben dudas de que, según el cristal con que se mire, surgen diferentes ideas en el imaginario social. Es un concepto cultural que se va construyendo y va cambiando en cada época de la historia.

De figuras escuálidas y pieles blancas impolutas a cuerpos de tamaños más reales. Del alisado inmaculado al cabello totalmente natural. Cada era tiene sus figuras estéticas ideales.

Lo cierto es que a la vez que se celebran algunos pequeños atisbos en amplitud de talles y estilos diferentes de belleza femenina, existen estereotipos establecidos que continúan marcando acerca de cómo debería ser una mujer bella.

Los modelos estéticos, como todos los mandatos sociales, también ejercen una presión en las mujeres, que generan insatisfacción y descontento con lo propio.

Problemas de autoestima, trastornos alimenticios, ansiedad, comportamientos obsesivos compulsivos, entre otros, son algunas de las secuelas que quedan de las presiones culturales que esclavizan aún en pleno siglo XXI.

La marca de cosméticos y productos de higiene Dove, conocida por su lema “belleza real”, desde el año 2004 viene realizando distintas campañas publicitarias con el objetivo de desmitificar los patrones nocivos de belleza. Según un estudio realizado por esta firma, en Argentina el 80% de las mujeres no se siente representada por las imágenes que se utilizan en los medios de comunicación. 

En la misma proporción, es decir, 8 de cada 10 mujeres, manifiesta que la presión de los medios genera ansiedad en torno a la belleza, mientras que un 30% afirma que se siente mal cuando ven cómo, supuestamente, son las mujeres “hermosas” en los medios. El 75% declaró que desea que los medios de comunicación y los anunciantes muestren una mayor diversidad de cuerpos en términos de edad, raza, formas y tamaños.

La investigación global de Dove también arroja estos datos: 

  • Solo el 4% de las mujeres en el mundo se consideran hermosas (2% en 2004);
  • solo el 11% de las niñas a nivel global se sienten cómodas describiéndose a sí mismas como «hermosa»;
  • 72% de las niñas sienten una tremenda presión para ser hermosas;
  • 80% de las mujeres concuerda en que cada mujer tiene algo de sí que es hermoso, pero no ven su propia belleza;
  • Más de la mitad de las mujeres en el mundo (54%) está de acuerdo en que cuando se trata de hablar de su aspecto, son su peor crítico.

Redefinamos la belleza

De acuerdo a esta forma de visualizar un tema de carácter universal, la mirada no deja de estar puesta en lo externo. Lo que debe cambiar para verse bella y atractiva es lo de afuera, por lo tanto siguen existiendo modelos como si fueran fabricados en serie.

De acuerdo a la serie que mejor represente a cada mujer, serán los patrones de belleza que intente seguir por todos los medios posibles. Al igual que todo lo elaborado en serie, son prototipos iguales y ordinarios. No son piezas únicas e irrepetibles sino comunes y corrientes.

Mientras el foco esté puesto solo en la apariencia, los modelos que se persigan no dejarán de ser superficiales, cambiantes y pasajeros.

Lo alarmante es que desde niñas, las mujeres comienzan a experimentar algún grado de descontento con su propio cuerpo, lo que produce una disminución de la confianza y seguridad en sí mismas. La escasa valoración personal en términos de belleza se transforma en un freno limitante para un desarrollo saludable que repercute en todas las áreas y a lo largo de todas las etapas de la vida.

No es suficiente solamente con visibilizar la mayor diversidad de cuerpos posibles que pueda representar a todas las mujeres. Se necesita redefinir la belleza. En un mundo que prioriza la apariencia, se vuelve esencial descubrir la hermosura fuera de serie. No es más ni menos que aquella belleza única que nace de un corazón sano y en paz que logra verse en lo externo.

El libro de Proverbios dice: “Corazón alegre, cara feliz; corazón enfermo, semblante triste” (Proverbios 15:13 DHH). Por más que se intente esconder, lo que se refleja es el estado interior del corazón.

La belleza fuera de serie es el secreto que nunca pasa moda, que hace de cada mujer alguien irrepetible y extraordinaria. No existe mujer más hermosa que aquella que se ama y se acepta tal cual es, porque sabe que fue perfectamente diseñada por su Creador. No tiene que parecerse a ninguna. Tiene que ser, sencillamente, ella misma.‬‬

Licenciada en Comunicación Social (UNLP). Casada con Juan Pablo Sosa y tienen dos hijos. Junto a su esposo pastorean la iglesia Vida Sobrenatural en la ciudad de La Plata. Es autora del libro: “Mujer Maravilla, cuando la realidad supera a la ficción”, da charlas, talleres, consejería pastoral y es impulsora de diferentes proyectos audiovisuales.