Maldita, considerada la antítesis de la Santidad, de los valores cristianos, la piedad y todo aquello que esté relacionado con la Tierra Santa, Babilonia fue de todo: un imperio, una ciudad fortificada, un instrumento de Dios para llevar al exilio a los habitantes de Jerusalén, un lugar de morada a los que no quisieron volver, hasta la inspiración para una canción —Rivers of Babylon, de Boney M.—. Son tan importantes las profecías que hay sobre ella, que se las encuentra desde el Antiguo Testamento hasta el Apocalipsis. 

A diferencia de Egipto, Babilonia tiene un papel fundamental en la vida del cristiano: representa todo aquello ligado a la vanagloria —las compras compulsivas, la estética, el dinero ganado fácilmente y de manera ruin— de la cual Dios no saca. Hay que tomar la decisión de salir por propia voluntad. 

Una ciudad fuerte que quedó en ruinas

Alrededor de 2100 a. C., Babilonia ya era una ciudad importante, con algunos reyes importantes, como Hammurabi, según expresa la Biblia Arqueológica NVI. Pero, quizás, su rey más importante o recordado es Nabucodonosor, quien mediante sucesivas conquistas enriqueció la ciudad. Muchos de esos tesoros estaban conformados por los vasos y artículos de oro del Templo de Jerusalén. Este rey es el responsable del Cautiverio de Babilonia, período conocido por ser uno de los primeros momentos en que el pueblo judío fue expulsado de su propia tierra.

En 586 a.C. Nabucodonosor conquistó casi todas las tierras del Oriente Medio. Entre ellas, el Reino de Israel. Este período está representado por la historia de Daniel en el libro del Antiguo Testamento con el mismo nombre. Este tipo de invasión, de tomar cautivos, destruir las ciudades, dejar sin rey y llevarse a los mejores, fue una de las características de este rey, de los babilonios y de sus técnicas de guerra. La idea era provocar el desarraigo y que adoptaran la cultura babilónica, tal como pretendían hacerlo con el profeta Daniel. Esto incluía la religión y las costumbres.

El problema era que Babilonia era una sociedad totalmente corrompida e idólatra. No es que los otros reinos no lo fueran, pero, al parecer, por lo que dicen las escrituras, no a un grado de lo que fue Babilonia. Por esto, varios profetas predijeron su destrucción. 

Esta ciudad fortificada se encuentra en el actual país de Irak, cerca de la ciudad capital, Bagdad. Situada a las orillas del río Éufrates, contaba con un avanzado sistema de protección. Las excavaciones del yacimiento abarcan casi 850 hectáreas, lo que denota la magnitud de esta ciudad. Más para aquella época (Biblia Arqueológica NVI, pág. 1107).

Reconstrucción del plano de Babilonia. (Fuente: mihistoriauniversal.com)

Es llamativa la fortificación, con un muro exterior e interior, y por zonas, con un doble muro más contiguo, para protección de la ciudad. Algunos de estos sectores tenían un grosor de 4,9 m y entre 32 y 40 km de distancia. Completaban este sitio el palacio, de casi 20 hectáreas, varios templos y santuarios. 

¡Se va a caer, se va a caer!

Este reino antiguo hacía alarde de sus murallas, prácticamente invencibles. Fue, justamente, por allí donde atacaron:

“Gritad contra ella en derredor; se rindió; han caído sus cimientos, derribados son sus muros, porque es venganza de Jehová. Tomad venganza de ella; haced con ella como ella hizo”, Jeremías 50:15.

“Y juzgaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones a él, y el muro de Babilonia caerá”, Jeremías 51:44.

El encargado de terminar con Babilonia fue Ciro el Grande, el rey persa. Esto ocurrió en el 539 a. C., siendo predicho que sería el libertador del pueblo hebreo en cautiverio. 

“Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba”, 2 Crónicas 36:23.

La verdadera situación que ocasionó disyuntiva fue la de aquellos judíos que decidieron quedarse a morar en esa zona, conflicto que trajo consecuencias hasta tiempos recientes. 

Los delirios de grandeza de Saddam Hussein

El dictador iraquí, en sus 24 años de gobierno férreo mandó a construir alrededor de 80 o 100 palacios para habitar, en todo el territorio. Uno de los más icónicos es el que está ubicado cerca de las ruinas babilónicas. ¿Cuál era la idea? Simplemente rememorar la grandeza de Babilonia; que el mundo respetara a Irak como en el pasado temieron a Babilonia. Cuando fue derrocado, algunos fueron ocupados, otros demolidos o simplemente abandonados. Esta fue la situación del palacio cerca del Éufrates. En la actualidad, el país busca reciclarlos, transformándolos en museos. ¿Lo logrará? Imposible saberlo.

Palacio construido por Saddam Hussein cerca de las ruinas babilónicas. (Fuente: bbc.com)

El antiguo palacio fue destruido. El moderno, abandonado, casi en ruinas. Parece ser el destino de esta ciudad, tan desprestigiada, aun en el Nuevo Testamento: 

“Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis de sus plagas,” Apocalipsis 18:4.