Vivir la vida abundante que Dios soñó para nosotras requiere que estemos enfocadas en descubrir y cumplir el plan exclusivo y especialmente pensado por nuestro Padre para cada una. Como una prenda hecha a medida, ese diseño nos “calza justo”, no sobra ni ajusta nada.  Y de nada sirven las comparaciones.

A medida que maduramos como hijas de Dios, nos afirmamos en nuestra identidad y propósito. Vamos comprendiendo que nuestro Padre nos ha dotado con características únicas y especiales para que las disfrutemos, para que desarrollemos nuestra vida y seamos de bendición a los demás. 

Pero, cuando estamos en proceso de perfeccionamiento, hay momentos en los que nos vemos tentadas a compararnos con otros. Y cuando eso sucede, además de frenar nuestro desarrollo, nos hace sentir frustradas y desanimadas, entre otras emociones difíciles de sobrellevar.

Vivimos en una época en que las comparaciones están a la orden del día.

Y esto puede ser muy dañino cuando nos lleva a desear, de manera desmedida, lo que otras personas son, tienen o hacen, a la vez que menospreciamos lo que hay en nuestra vida.

Tal vez estamos conversando con una amiga, una vecina o una conocida y al escucharla comenzamos a pensar que ella es más feliz, más capaz, más productiva, que le va mejor en su emprendimiento, que tuvo mejores oportunidades que nosotras. Y entonces se desata una cadena de emociones negativas en nuestro interior.

Las redes sociales también son una “fuente de comparaciones”, como explica un artículo de BBC News, al describir uno de los efectos negativos que pueden ocasionar en la salud mental de las personas. 

Señala que las cinco mayores redes (Instagram, Facebook, Snapchat, Twitter y YouTube) contribuyen negativamente al momento de opinar sobre el propio cuerpo: «El informe de la Sociedad Real de Salud Pública (RSPH, por sus siglas en inglés) recoge las conclusiones de otros estudios que indican que cuando se expone a mujeres jóvenes a Facebook durante un corto período de tiempo, sus preocupaciones sobre su imagen corporal aumentan por encima de las de aquellas que no son usuarias de este servicio” (¿Qué efectos tienen las 5 mayores redes sociales en la salud mental de los jóvenes? https://www.bbc.com/mundo/noticias-39974688)-

Cuando estas comparaciones atacan nuestra mente lo que necesitamos es volver a enfocarnos en lo correcto. Para lograrlo es muy útil plantearnos preguntas, porque ellas nos hacen pensar y muchas veces detienen el flujo del pensamiento que estamos teniendo, nos fuerzan a cambiar la dirección y enfocarnos en algo que hasta el momento no estábamos considerando. 

¿A ti qué?

Me encantan las preguntas de Dios que encontramos en la Biblia, porque abren nuestros ojos a realidades que tenemos delante y, tal vez, ignoramos u olvidamos. Porque, en realidad, Él no necesita preguntar nada para saber la respuesta ¡Él ya lo sabe todo! Así que, cuando nos lleva a indagar, es porque nosotras necesitamos conocer esa respuesta para actuar en consecuencia.

Hay una pregunta que Jesús le hace a Pedro que es muy oportuna para este tema. Pedro estaba caminando a solas con Jesús en la playa teniendo una charla íntima donde su corazón fue restaurado y es comisionado a su tarea futura. 

Aunque pareciera que nada podía importunar ese momento perfecto, el discípulo no resistió hacer una pregunta acerca de los planes que Jesús tenía para su compañero Juan. Y lo que el Maestro le respondió no era lo que él esperaba sino lo que necesitaba: “Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme no más” (Juan 21:22).

¿A ti qué?”. Esta pregunta hace que te detengas y te des cuenta de que estás pensando o haciendo la pregunta incorrecta, de que estás poniendo la atención y tu energía en el lugar equivocado. Y esa magnífica frase, “Tú sígueme no más”, te revela a Dios diciéndote “Yo tengo un plan perfecto para tu vida, y es por ese plan que me tienes que preguntar, porque es lo que te quiero mostrar”.

En definitiva, lo que Jesús le dijo a Pedro, y hoy nos dice a ti y a mí, es que lo único que debe importar saber, descubrir y desarrollar es cuál es su plan para cada una de nosotras.

Porque no te va a quedar ni holgado ni apretado, como una prenda prestada, sino a la medida justa, pensada y diseñada exclusivamente para ti. Así que cuando te sientas tentada a hacer comparaciones dañinas para tu vida, recuerda esta pregunta para reenfocarte en lo correcto: “Amiga mía, ¿a ti qué?”. Solo sigue el plan de Dios. No busques ni uses diseños prestados, hay uno a la medida que te “calza justo”, ni más ni menos. ¡A descubrirlo y a disfrutarlo!

Líder en el área de Enseñanza en la Iglesia Vida Sobrenatural en la ciudad de la Plata, Argentina. Es ingeniera en sistemas de información y autora del libro: ¿Qué tienes en tu mano? Administradores de recursos ilimitados.