Hoy quiero que podamos aprender y reforzar el amor, aunque tengamos desacuerdos con nuestro prójimo.

Considero que en ocasiones es complejo aceptar lo diverso, los errores propios o ajenos y las opiniones contrarias a las nuestras. Primero que nada, debemos preguntarnos ¿qué es Amar? Amar significa perdonar, acompañar, ser compasivos, abrazar, escuchar, contener, animar, aconsejar y, sobre todo, mirar con los ojos de Jesús.

Debemos aprender a mirar a las personas más allá de su conducta, pues ésta es solamente la parte más visible de lo que nos compone; debajo del comportamiento seguramente existe una persona con alguna herida y dolor. De esta manera, nuestra mirada cambia hacia el otro y comprendemos mejor lo que está viviendo cada quien.

En Juan 13:34-35 nos encontramos con un nuevo mandamiento que enseña Jesús a los discípulos. “Ámense los unos a los otros, así como yo los he amado. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”.

He notado que muchas veces critiqué a las personas que cometen errores, pensaba mal y me era muy difícil verlos con gracia. Me encontré con que era rápido para juzgar, pero lento para amar.  Esto produjo en mí que me convirtiera en una persona muy distante con el dolor del otro, no mostraba amor y mucho menos gracia. El Señor me mostró lo equivocado que estaba con mi modo de proceder, entonces comencé a trabajar en mi manera de mirar al otro, empecé a acercarme a las personas y a compartir el dolor que estaban transitando, es así como conseguí ser empático. 

¿Cómo logramos amar a las personas que cometieron un error? ¿Qué nos impide generar una cultura de gracia?

Entiendo a la gracia como un favor inmerecido de parte de Dios a la humanidad, que siendo Dios se hizo hombre por cada uno de nosotros, dando su vida por amor a pesar de nuestros pecados y nuestra arrogancia. Y Si Dios nos acepta y ama como somos, ¿cómo no vamos a amar a los demás más allá de las diferencias?, ¿cómo no vamos a respetar la opinión ajena, aunque no estemos de acuerdo?, ¿cómo no voy a amar a mi hermano? 

Creo firmemente que cuando las personas empiezan a vivir una vida de gracia los pecados ocultos salen a la luz. ¿Por qué digo esto? Porque se van a sentir abrazados, contenidos, animados y acompañados. Qué distinto sería todo si viviéramos esa gracia.

En ocasiones también nos pasa que nos creemos más que el otro solamente porque cometió un error, porque se confundió y de manera inmediata lo que hacemos es tirarle piedras en vez de levantarlo, limpiarlo y potenciarlo. 

«Nuestra misión es amar a otros sin detenernos a pensar si lo merecen o no».

Ale Pino

Creo que tenemos cierta inclinación a evaluar si la persona merece ser amada o no, según el error que cometió. Ahora bien, cuando todavía éramos pecadores, ¡Jesús murió por nosotros! Pero a nosotros nos cuesta amar a los que cometieron un error. No los perdonamos ni toleramos, no les damos nuevas oportunidades y les señalamos rápidamente. 

Sin embargo, debemos reconocer con humildad que no somos mejores que nadie. Esto significa que registro mi necesidad de Jesús. ¿Cómo no voy a ser paciente con los que luchan a mi alrededor? Debo ser más empático en ofrecer una palabra de aliento o extender una mano de ayuda en lugar de tener desprecio por la persona.

«Cuando amamos al prójimo, estamos siendo las manos y los pies de Jesús».

Ale Pino

Algunos consejos para comenzar una cultura de gracia y amor entre las personas:

Alivia sus cargas: Al tomar consciencia de si una persona está pasando por algún inconveniente, podremos estar cerca, en contacto y poner las palabras en acción. 

Extiende tu gracia: Una de las formas más importantes de amar a tu prójimo es tener paciencia con el proceso que esté pasando, optar por la gracia más allá de la conducta. Es importante que entendamos que cuando nos apropiamos de la gracia para nosotros mismos, nos es más fácil extenderla a los demás.

Edifica a los demás: Con tus palabras y acciones hacés una de dos cosas: construir o destruir. Vivimos en un contexto que no es alentador por eso debemos ser portadores de buenas noticias. Nunca sabemos cuando una palabra o acto amigable cambiará el día de alguien.

Quizás cometimos muchos errores, quizás alguien te lastimó, quizás lastimamos a alguien, nos confundimos, erramos al blanco, y esto trajo una profunda angustia a nuestras vidas, tal vez una mala situación generó estancamiento y aislamiento; pero es tiempo de volver al Padre, pedir perdón y volver a comenzar.

Aunque el enemigo o nuestros dolores traten de boicotear el maravilloso plan de Dios para la comunidad de fe, debemos luchar por una cultura de amor, de gracia, de compasión. El gran deseo de Dios y la comisión que Jesús nos anima es a comprometernos, a reconciliarnos los unos con otros, a amarnos y potenciarnos. El espíritu que está en nosotros nos impulsa a amar, respetar y potenciar, más allá de las diferencias.

Es esposo, líder ministerial, emprendedor, motivador y orador. A partir de 2018 construyó una hermosa familia con Melody Brescia. Desde 2016 forma parte de la pastoral juvenil de la Iglesia Buenas Nuevas. Tiene estudios avanzados en marketing digital y publicidad, también realizó numerosos cursos teológicos en la Facultad Internacional de Educación Teológica (FIET). Es gerente de una empresa de venta online. Su pasión es reflejar a Jesús a través de mensajes motivadores y reflexivos.