Analicemos las nuevas adicciones y cuánto tiempo le dedicamos a los smartphones, redes sociales, videojuegos, etc.

Seis y media de la mañana, me despierta la alarma del celular. Medio zombi y a los manotazos, lo primero que hago es agarrarlo para apagarla. Esto es rutinario, de todos los días. Tomo el celu, apago la alarma y me levanto.  Pero hubo un tiempo en el cual, sin darme cuenta, me vi envuelto en una calesita sin parar. Tras apagar la alarma, en vez de levantarme, me ponía a leer los mensajes de WhatsApp, para luego ingresar a mi casilla de emails, siguiendo por Facebook, Instagram y Twitter. 

Pero en ese instante me parecía que había entrado un mensaje por WhatsApp. Y, al estar ahí, el puntito que te indica que hay estados nuevos para ver, me invitaba insistentemente a entrar. Tras eso, hacer una nueva “gira” por Facebook, Instagram, email y Twitter, hasta que reaccionaba dándome cuenta de que había perdido mucho tiempo y ya llegaba tarde al trabajo. 

Esto mismo empezó a ocurrir en la tarde y luego en la noche antes de irme a dormir. Quizás no soy el único, y para algunos pueda ser normal y piensen que no es nada grave, te puedo asegurar que sí. Así perdí incontables horas en esas “giras”, y por consecuencia tiempo valiosísimo que podría haber compartido con mi esposa e hijos, leyendo algún libro, escribiendo, hablando con Dios y más. 

Si retrocedo un poco en mi historial, encuentro que en algún momento de mi adolescencia y juventud me pasó lo mismo con los videojuegos y videos XXX.

Ahora bien, no te me pongas “espiritualoide”, y ¡baja esa piedra! No salgas de la publicación sino pone en acción la empatía y sigue leyendo, quizás puedas estar pasando por lo mismo o conozcas a alguien que sí.

Qué es una adicción

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) una adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Podría decirse también que se trata de sumisión a algo, sin la cual la vida no tiene sentido. 

Ahora, analicemos nuestras acciones, la dedicación de tiempo que le damos a los smartphones, redes sociales, videojuegos, etc. Siendo sinceros, hay videojuegos que son ¡espectaculares!, pero al mismo tiempo super adictivos, como Free Fire, Fortnite, Among Us y otros. Ni hablar de los Reels o Tik Toks, tanto para hacer uno o ver de otras personas.

Lo que también debemos saber es que toda adicción tiene consecuencias.

Algunas de ellas pueden ser: perder tiempo para relacionarte con tu familia y amigos, gastar dinero, bajo rendimiento escolar, cambios en el comportamiento como agresión y violencia, problemas de concentración, atención y memoria, depresión, trastornos del sueño, irregularidad en la alimentación, sedentarismo y sobrepeso y también el sentimiento de falta de sentido de la vida.

Pero lo que realmente debemos buscar responder es: ¿qué nos puede llevar a caer en una adicción? Y algunas respuestas podrían ser: la presión de nuestros pares, mentiras que nos hemos creído, todos lo hacen, es mi decisión, no tiene nada de malo, hay que vivir el hoy, probar nuevas experiencias, intentar huir de problemas familiares, intentar huir de alguna situación que estamos sufriendo (violencia, soledad, abusos, depresión, etc.) e intentar llenar un vacío interior. 

¿Qué podemos hacer?

Reconocer: Quizás a muchos de nosotros nos cueste reconocer nuestros errores, pero en este caso puntual, requiere una valentía extra. Anímate a analizarte, reconoce si hay algo que te pueda estar atando.

Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (Salmos 139:23-24).

Buscar ayuda: Tú puedes salir de lo que te pueda estar esclavizando y ser libre. Por eso, busca ayuda en tus padres, líderes, profesores o personas que sepas que te harán bien. Tú puedes superar cualquier situación que estés enfrentando.

 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

Tomar la decisión hoy: «Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:37-39).  

Nada de lo que hayas hecho o estés haciendo puede hacer que Dios te ame menos. ¡El estar en lo más profundo no te permite mirar para abajo sino para arriba para empezar a subir! Anímate a ser valiente y sé intencional para que el cambio empiece hoy.